El purgatorio de san Patricio
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ISBN rústica: 9788498167436
El Purgatorio de san Patricio es un auto sacramental de Calderón de la Barca relativo a la leyenda del santo irlandés san Patricio.
Según la leyenda San Patricio pidió a Dios una prueba de la existencia del Infierno, el Purgatorio y el Paraíso. Y Cristo le mostró la entrada a una cueva en donde se podían observar los sufrimientos de los pecadores y la dicha de los justos en su paso al más allá.
En ese lugar el santo construyó un monasterio y cerró la puerta de acceso a la cueva. Luego ordenó permitir la entrada solo quienes lo desearan con fervor, tras someterlos a una serie de pruebas para tratar de disuadirlos.
Jornada primera
Salen Egerio, rey de Irlanda, vestido de pieles; Leogario; un Capitán; Polonia y Lesbia, deteniéndole.
Rey: Dejadme dar la muerte.
Leogario: Señor, detente.
Capitán. Escucha.Lesbia: Mira.
Polonia: Advierte.
Rey: Dejad que desde aquella
punta vecina al Sol, que de una estrella
corona su tocado, 5
a las saladas ondas despeñado,
baje quien tantas penas se apercibe:
muera rabiando quien rabiando vive.Lesbia: ¿Al mar furioso vienes?
Polonia: Durmiendo estabas; di, señor, ¿qué tienes? 10
Rey: Todo el tormento eterno
de las sedientas furias del infierno,
partos de aquella fiera
de siete cuellos que la cuarta esfera
empaña con su aliento. 15
En fin, todo su horror y su tormento
en mi pecho se encierra,
que yo mismo a mí mismo me hago guerra
cuando, en Brazos del sueño,
vivo cadáver soy; porque él es dueño 20
de mi vida, de suerte
que vi un pálido amago de la muerte.Polonia: ¿Qué soñaste, que tanto te provoca?
Rey: ¡Ay, hijas! Atended: que de la boca
Fragmento de la obra
de un hermoso mancebo 25
—aunque mísero esclavo, no me atrevo
a injuriarle, y le alabo—;
al fin, que de la boca de un esclavo
una llama salía,
que en dulces rayos mansamente ardía, 30
y a las dos os tocaba,
hasta que en vivo fuego os abrasaba.
Yo, en medio de las dos, aunque quería
su furia resistir, ni me ofendía,
ni me tocaba el fuego. 35
Con esto, pues, desesperado y ciego,
despierto de un abismo,
de un sueño, de un letargo, un parasismo,
tanto mis penas creo,
que me parece que la llama veo, 40
y, huyendo a cada paso,
ardéis vosotras, pero yo me abraso.