Una cristiana

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ISBN rústica: 9788496428713


Ciertos críticos encuentran una aureola de espiritualismo ruso en Una cristiana, de Emilia Pardo Bazán, en la que la estructura social de la España del siglo XIX es descrita con naturalismo, a través de un personaje en conflicto con sus presuntos orígenes judíos.
Una cristiana está narrada en primera persona por el protagonista, Salustio Meléndez Unceta, por lo tanto el punto de vista del relato es subjetivo, siempre desde la óptica de este personaje, principal afectado por los hechos narrados.
Sin embargo, esta visión tan personal se ve contrarrestada por la presencia de numerosos diálogos, que, bajo la forma de amistosas conversaciones y acaloradas discusiones, toma posicionamientos diferentes sobre los hechos narrados y sobre la concepción de la vida y del amor.
Uno de los temas que no podía faltar en esta novela es el análisis del papel social que juega la mujer. Acostumbrados a encontrar en muchas novelas de Pardo Bazán la defensa de una mujer moderna e independiente o la crítica a la mujer española tradicional, esta obra nos sorprende con la presencia de Carmiña, una mujer cristiana educada en unos principios tradicionales. Es una mujer que no tiene especiales inquietudes culturales y se limita a sus obligaciones religiosas y a las relaciones sociales, consideradas como propias de las mujeres de la clase media provinciana.

Verán ustedes las asignaturas que el Estado me obligó a echarme al cuerpo con objeto de prepararme a ingresar en la Escuela de Caminos. Por supuesto, Aritmética y Álgebra; sobra decir que Geometría. A más, Trigonometría y Analítica; por contera, Descriptiva y Cálculo diferencial. Luego (prendidito con alfileres, si he de ser franco) idioma francés; y cosido a hilván, muy deprisa, el inglés, porque al señor de alemán no quise meterle el diente ni en broma: me inspiraban profundo respeto los caracteres góticos. A continuación, los infinitos «dibujos»: el lineal, el topográfico, y también el de paisaje, que supongo tendrá por objeto el que al manejar el teodolito y la mira, pueda un ingeniero de caminos distraerse inocentemente rasguñando en su álbum alguna vista pintoresca, ni más ni menos que las mises cuando viajan.
Siguió al ingreso el cursillo, llamado así en diminutivo para que no nos asustemos. En él no entran sino cuatro asignaturas, para hacer boca: Cálculo integral, Mecánica racional, Física y Química. Durante el año del cursillo no nos metimos en más dibujos; pero al siguiente (que es el primero de la carrera propiamente dicha) nos tocaban —aparte de profundizar los Materiales de construcción, la Mecánica aplicada, la Geología y la Estercotomía— dos dibujitos nuevos: el dibujo a pluma, «de sólidos», y el «lavado».