Su único hijo

3.00

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ISBN CM: 9788498974584
ISBN tapa dura: 9788499535562
ISBN rústica: 9788498161533


En Su único hijo Leopoldo Alas Clarín describe el mundo aburrido de una ciudad provinciana. En él la vida se ve conmocionada por la llegada de una compañía de ópera. Bonifacio Reyes, un marido soñador, ineficaz y sufrido, mantendrá unas triviales relaciones con una de las cantantes; y su mujer, Emma, con un barítono.
Luego, desengañado con su amante y engañado por su familia política, sufre una profunda evolución moral. Al final de la novela, aparece ennoblecido al rechazar la justificada insinuación de que él no es el padre del hijo de su esposa.
El tema central de la historia es la paternidad como medio para la redención, muy cercano al Tolstói de Resurrección.

Emma Valcárcel fue una hija única mimada. A los quince años se enamoró del escribiente de su padre, abogado. El escribiente, llamado Bonifacio Reyes, pertenecía a una honrada familia, distinguida un siglo atrás, pero, hacía dos o tres generaciones, pobre y desgraciada. Bonifacio era un hombre pacífico, suave, moroso, muy sentimental, muy tierno de corazón, maniático de la música y de las historias maravillosas, buen parroquiano del gabinete de lectura de alquiler que había en el pueblo. Era guapo a lo romántico, de estatura regular, rostro ovalado pálido, de hermosa cabellera castaña, fina y con bucles, pie pequeño, buena pierna, esbelto, delgado, y vestía bien, sin afectación, su ropa humilde, no del todo mal cortada. No servía para ninguna clase de trabajo serio y constante; tenía preciosa letra, muy delicada en los perfiles, pero tardaba mucho en llenar una hoja de papel, y su ortografía era extremadamente caprichosa y fantástica; es decir, no era ortografía. Escribía con mayúscula las palabras a que él daba mucha importancia, como eran: amor, caridad, dulzura, perdón, época, otoño, erudito, suave, música, novia, apetito y otras varias. El mismo día en que al padre de Emma, don Diego Valcárcel, de noble linaje y abogado famoso, se le ocurrió despedir al pobre Reyes, porque «en suma no sabía escribir y le ponía en ridículo ante el Juzgado y la Audiencia», se le ocurrió a la niña escapar de casa con su novio. En vano Bonifacio, que se había dejado querer, no quiso dejarse robar; Emma le arrastró a la fuerza, a la fuerza del amor, y la Guardia civil, que empezaba a ser benemérita, sorprendió a los fugitivos en su primera etapa. Emma fue encerrada en un convento y el escribiente desapareció del pueblo, que era una melancólica y aburrida capital de tercer orden, sin que se supiera de él en mucho tiempo. Emma estuvo en su cárcel religiosa algunos años, y volvió al mundo, como si nada hubiera pasado, a la muerte de su padre; rica, arrogante, en poder de un curador, su tío, que era como un mayordomo.

Fragmento de la obra

Edición de referencia: Madrid, Librería de Fernando Fe, 1890.