Relatos de Julio Garmendia
€3.00
ISBN rústica: 9788490078457
Los Relatos de Julio Garmendia, aquí recogidos, representan una ruptura respecto a la corriente literaria predominante de la época. Muestran el desapego del autor a las formas y temáticas propias del criollismo y el modernismo.
La obra de Julio Garmendia puede considerarse como una de las primeras manifestaciones que anuncian un cambio en la literatura de Venezuela. Garmendia se anticipa a las voces de los artistas vanguardistas.
Hasta entonces la literatura venezolana estaba anclada en el drama social y el indigenismo. Fue necesario que pasara un cierto tiempo para que nuevos preceptos literarios, que tenían como pilares la fantasía y la imaginación, empezaran a ocupar un espacio en la narrativa del país.
Esta selección de Relatos de Julio Garmendia muestra su temperamento de escritor atípico. Un autor reacio a pertenecer a ninguna casta literaria, que nos legó uno de los estilos más propios y novedosos de la época.
«Supone generalmente el vulgo, y aun gente docta y discreta, que para ir al infierno no hay más que ser malo y cometer una larga serie de disparates. Pero esto no pasa de ser una cándida simpleza de nuestra vanidad. Para ir al infierno es preciso tener muy altos merecimientos, poseer muchos títulos y haber hecho grandes cosas. Sin embargo, no creo que sea esto razón para que los tontos y los zánganos se alegren, diciendo: «Si no van para el infierno aquellos que constituyen la admiración y el orgullo de la humanidad, ¿cómo hemos de merecerlo nosotros, que nunca fuimos orgullo ni admiración de nadie? Alabado, por tanto, sea Dios, que puso en nuestros corazones la humildad y la insignificancia, abriéndonos así en la penumbra de la vida el camino de la eterna claridad». Mejor sería que pensarais, pobres almas, y así andaríais menos mohínas, en la hora de vuestra muerte, que si tan grandes cosas hay que obrar para merecerse el infierno, ¡cuánto mayores habrán de ser las que puedan ganarnos el cielo! Cuanto a mí, trabajo me costó franquear la puerta del infierno, y hube de valerme de mil juramentos y argucias para persuadir a los que la guardaban de que yo no aspiraba a permanecer largo tiempo en sus dominios, ni mucho menos a radicarme en ellos.
Fragmento de la obra
Tanto celo me causó extrañeza, porque yo venía pensando que las puertas del infierno estaban abiertas para el mundo entero, y más para nosotros los habitantes de la tierra. La aparición de un hombre —pensaba— seguramente será allá un suceso extraordinario, y aun no será tan difícil que me tomen por algún semidios. Y de tal modo arraigada estaba en mí esta creencia, que en diversas ocasiones pugné por revolverme, no conociendo la conducta que en presencia de semidioses observan los diablos.»