Las manos blancas no ofenden
€3.00
ISBN rústica: 9788498164428
Las manos blancas no ofenden. Pedro Calderón de la Barca
Jornada primera
(Salen Lisarda y Nise con mantos, y Patacón, vestido de camino.)
Lisarda: ¿Cuándo parte tu señor?
Patacón: Dentro de un hora se irá.
Lisarda: ¿No sabré yo dónde va?
Patacón: Aunque arriesgara el temor
de su enojo, lo dijera,
a saberlo, te prometo,
o por no guardar secreto
o por temer de manera
tu condición siempre altiva
que estoy temiendo, y no en vano,
cuando aquesta blanca mano,
por blanca que es, me derriba
dos o tres muelas siquiera,
como si tuviera yo
culpa en que se vaya o no.Lisarda: ¿Tras el ausencia primera,
de que aun hoy quejosa vivo,
segunda ausencia previene?Patacón: ¿Qué le hemos de hacer, si tiene
espíritu ambulativo?
El no puede estar parado.Nise: Para reloj era bueno.
Patacón: Y aunque más se lo condeno,
es a ver tan inclinado
que, solamente por ver,
de una en otra tierra pasa,
siempre fuera de su casa.Nise: Malo era para mujer.
Patacón: Pues nada a ti te pregunto,
calla, Nise; que es en vano
querer de mi canto llano
echarle tú el contrapunto.Nise: Pues yo ¿qué digo?
Lisarda: Dejad
los dos tan necia porfía,
como veros cada día
opuestos; que es necedad
insufrible; y dime (¡ay cielo!)
¿dónde Federico está
ahora?Patacón: Mientras que va
disponiendo mi desvelo
maletas y postas, él
salió; no sé dónde ha ido.Lisarda Pues ya que a verle he venido
donde mi pena crüel,
si algún alivio me deja,
a vista de olvido tanto,
sin que yo sepa qué es llanto,
llegue él a saber qué es queja.
Búscale y dile que aquí
estoy.Patacón Yo lo buscaré,
bien que dónde está no sé.
Mas Fabio, que viene allí,
quizá lo dirá.Lisarda Aunque Fabio
no importara que me viera,
y vengar en él pudiera
con un agravio otro agravio,
con todo, en la galería
que cae sobre el Po, le espero
retirada; que no quiero
dar a la desdicha mía
otro testigo.Patacón ¡Detente!
Lisarda ¿Por qué?
Patacón Porque en esta parte
esconderte hoy o taparte
tiene un grande inconveniente.Lisarda ¿Y qué es?
Fragmento de la obra