La gatomaquia
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ISBN CM: 9788499539492
ISBN tapa dura: 9788411266741
La Gatomaquia es un poema satírico de Félix Lope de Vega. Apareció en 1634, al final de la vida de Lope con el seudónimo de Tomé de Burguillos.
La obra tiene 2.802 versos y se divide en 7 silvas.
Lope de Vega escribió varios poemas épicos, entre ellos Dragontea, Isidro y Jerusalén conquistada. Sin embargo, La Gatomaquia se diferencia del resto por su carácter cómico.
Aquí se relata una historia de amor, celos y venganzas entre gatos, provocados por el amor de Marramaquiz a la hermosa Zapaquilda.
En cambio Zapaquilda, se siente atraída por los encantos de Micifuf y Marramaquiz, al verse desdeñado, recurre, incluso, al mago Merlín y luego a Garfiñato, un asceta, que le aconseja:
«Y como Ovidio escribe en su Epistolio,
que no me acuerdo el folio,
estas heridas del amor protervas
no se curan con yerbas;
que no hay, para olvidar amor, remedio,
como otro nuevo amor o tierra enmedio.»
Desdichado, Marramaquiz no se rinde. Tras peripecias irónicas, serenatas, desafíos y encantamientos, finalmente Marramaquiz rapta a Zapaquilda el día de su boda con Micifuf.
Empieza entonces una guerra épica entre gatos partidarios de Marramaquiz y Micifuf. Al final uno de los amantes muere y el otro encuentra la felicidad junto a la bella Zapaquilda.
La Gatomaquia tiene un antecedente cercano en España, en la Loa de la Pulga de Gutierre de Cetina.
Silva I
Félix Lope de Vega
Yo, aquel que en los pasados
tiempos canté las selvas y los prados,
éstos vestidos de árboles mayores
y aquéllas de ganados y de flores,
las armas y las leyes,
que conservan los reinos y los reyes,
agora, en instrumento menos grave,
canto de amor suave
las iras y desdenes,
los males y los bienes,
no del todo olvidado
del fiero taratántara, templado
con el silbo del pícaro sonoro.
Vosotras, musas del castalio coro,
dadme favor, en tanto
que, con el genio que me disteis, canto
la guerra, los amores y accidentes
de dos gatos valientes;
que como otros están dados a perros,
o por ajenos o por propios yerros,
también hay hombres que se dan a gatos,
por olvidos de príncipes ingratos,
o porque los persigue la fortuna
desde el columpio de tierna cuna.