Historia de los heterodoxos españoles. Libro III

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ISBN tapa dura: 9788499537054
ISBN rústica: 9788498166231


La mayoría de los estudios publicados en el período 1875-1898 buscan esclarecer las causas de la decadencia española. Entre ellos, uno de los más importantes es la Historia de los heterodoxos españoles (1880-1882), de Marcelino Menéndez y Pelayo.
Aquí se exalta la importancia de la presencia judía en el desarrollo de España, en respuesta a la corriente más ortodoxa que defiende el catolicismo y su importancia en el proyecto de reconquista. Menéndez y Pelayo, reconociendo razones en la posición de la ortodoxia, aduce que también existe un componente heterodoxo en la conformación de la cultura española.
El presente Libro III se centra en el pen­samiento islámico y el panteísmo semita en torno a Toledo:

  • Domingo Gundisalvo
  • y Juan Hispalense,

y se aborda las herejías de los cátaros, albigenses y valdenses.
El autor se detiene con particular atención en las fi­guras y escuelas de Arnau de Vilanova y de Ramón Llull. Elabora, además, un capítulo de curio­sidad pseudocientífica sobre las artes má­gicas en los siglos VIII-XV y otro sobre el proselitismo judío y la penetración musul­mana hasta el establecimiento del Santo Oficio.
Precisamente en este volumen y bajo el título Apostasías judaizantes y mahometizantes, Menéndez y Pelayo define el concepto de heterodoxia:

«como la forma para designar toda opinión que se aparta de la fe»

con el fin de diferenciarla de conceptos como herejía y apostasía. Esta precisión conceptual permitirá que se excluyan a judíos y musulmanes de la heterodoxia.

I. Indicaciones sobre el desarrollo de la filosofía arábiga y judaica, principalmente en España

Sin asentir en manera alguna a la teoría fatalista de las razas, puede afirmarse que los árabes, no por ser semitas, sino por su atrasada cultura y vida nómada antes del Islam y por el círculo estrecho en que éste vino a encerrar el pensamiento y la fantasía de aquella gente, han sido y son muy poco dados a la filosofía, ciencia entre ellos exótica y peregrina, ya que no mirada con aversión por los buenos creyentes. La filosofía, se ha dicho con razón, es un mero episodio en la vida de los musulmanes. Y aun se puede añadir que apenas se contó un árabe entre esos filósofos. Casi todos fueron sirios, persas y españoles.
El papel que corresponde a la cultura muslímica en la historia de la metafísica, no es otro que el de transmisora de la ciencia griega, generalmente mal entendida. No dejaron los árabes de tener algunos rastros y vislumbres de filosofía propia, porque no hay pueblo ni raza que carezca de ellos. La filosofía posible entre los sarracenos se mostró en sus sectas heterodoxas. Así el conflicto de la predestinación y el libre albedrío hizo brotar las sectas de kadaríes y djabaríes. La negación de todo atributo positivo en la Divinidad, hecha por los partidarios del Chabar, fue ásperamente combatida por los sifatíes o antropomorfitas. De estos débiles principios fue naciendo la secta de los motáziles o disidentes, impugnadores asimismo de los atributos y del fatalismo. Sirvieron los motáziles como de cadena entre la ortodoxia y la filosofía. La ciencia del calam (palabra), especie de teología escolástica, enseñada por los motacallimun, vástago de los motáziles, es ya una doctrina filosófica, nacida de la lucha entre el peripatetismo y el dogma muslímico y acrecentada con doctrinas griegas, como que tiene una base atomística. Pero antes conviene hablar de los peripatéticos.

Marcelino Menéndez y Pelayo