Fundación de la nacionalidad panameña

12.00 IVA incluido

  • Ediciones personalizables
  • Devoluciones sin coste durante 30 días
  • Reembolsos sin complicaciones
  • Envíos gratuitos para todos los pedidos

ISBN rústica ilustrada: 9788490074954

SKU: 9788499538419 Categoría: Etiquetas: , ,

Los textos políticos reunidos Ricaurte Soler en Fundación de la nacionalidad panameña ofrecen una visión invaluable de las ideas y el pensamiento político de Justo Arosemena, así como de su contribución a la formación de la identidad nacional panameña y a la lucha por la soberanía de Panamá.
Arosemena fue un destacado estadista y publicista panameño, un jurista y liberal combativo que desempeñó un papel crucial en la historia de Panamá. Su obra se caracteriza por su incansable búsqueda de la identidad panameña y su lucha contra el expansionismo estadounidense. En 1852, presentó ante las Cámaras neogranadinas el proyecto de creación del Estado Soberano de Panamá, que finalmente se erigió en 1855 como un estado soberano pero vinculado a la Nueva Granada. Arosemena fue designado como jefe provisorio de dicho estado.
Justo Arosemena Quesada, nacido el 9 de agosto de 1817 en la ciudad de Panamá, es un forjador infatigable de la Nación panameña, como su tenaz actuación en el Senado para lograr la aprobación de un conjunto de códigos que constituían un cuerpo de legislación positiva para erradicar del país el influjo jurídico colonial.
De igual forma mantuvo latente el principio de que el Istmo de Panamá tenía el mismo derecho para separarse de la Nueva Granada, como el que tuvo al independizarse de España.
Por esta razón, Arosemena es considerado el promotor del federalismo y ha sido reconocido como un gran jurista y diplomático. Fue un luchador por las causas justas y ello se recoge en Fundación de la nacionalidad panameña: actuó para que Inglaterra influyera sobre España con el fin de lograr la abolición de la esclavitud en Cuba y Puerto Rico; redactó un decreto regularizando el servicio de jornaleros, con criterio novedoso y humano; se manifestó con relación al trabajo de las mujeres y los menores de edad, a las huelgas, a los accidentes de trabajo; redactó un proyecto de ley sobre derecho de policía con criterio avanzado y visión social.

Contra la expansión colonialista de Estados Unidos. Discurso pronunciado por el doctor Justo Arosemena, en julio de 1856

Señores:
Hace más de veinte años que el águila del norte dirige su vuelo hacia las regiones ecuatoriales. No contenta ya con haber pasado sobre una gran parte del territorio mexicano, lanza su atrevida mirada mucho más acá. Cuba y Nicaragua son, al parecer, sus presas del momento, para facilitar la usurpación de las comarcas intermedias, y consumar sus vastos planes de conquista un día no muy remoto.
Entre tanto, señores, Colombia duerme. La esforzada heroína, a quien vuelven inquietos sus ojos los otros pueblos hermanos, parece descuidada, y como si no viese o no temiese las garras del águila que amenaza prenderse al cuello del cóndor. Colombia duerme. Pero no: tranquilizáos. No es el sueño de la indiferencia; es el sueño de la confianza en su poder. Colombia duerme, pero va a despertar. ¿No veis que se mueve? Un secreto instinto le ha gritado que el momento supremo se acerca. Ella tiene toda la conciencia de su deber y de su fuerza. Colombia empieza a despertar y los que prevalidos de su letargo han osado tocar a sus puertas por el occidente, se sobrecogerán de temor al verla nuevamente en pie.
No hay duda que hemos cometido grandes imprudencias. Olvidando el carácter y la propensión de nuestros vecinos, les hemos entregado, por decirlo así, el puesto del comercio universal, que el genio de Isabel y de Colón habían ganado para nuestra raza. Pródigas en concesiones a la compañía empresaria del camino interoceánico, generosos hasta el extremo con especuladores implacables, no comprendimos que dar el territorio era dar el señorío, y que dar el suelo para obras permanentes y costosas era casi dar el territorio.
Pero aún es tiempo, si Colombia despierta. Aún pueden salvarse nuestra raza y nuestra nacionalidad. Aún pueden quedar para la especie los sentimientos generosos, el noble entusiasmo, la rica imaginación y el indomable heroísmo. Aún puede salvarse todo lo que nuestra imprevisión nos ha dejado. La opulenta Península, ceñida por dos océanos, puede aún formar nuestro valioso patrimonio. Aún puede encerrarse allí y medrar por largos siglos nuestra importante raza.
No lo olvidemos, sin embargo: para cumplir ese destino que intenta contrariar la raza enemiga, necesitamos de una condición. Necesitamos crear y consolidar nuestra nacionalidad en el sentido político. Enhorabuena que el conjunto de pueblos a que ligan lazos morales de religión, idioma, hábitos, vicios y virtudes, se tenga por nacionalidad bajo esos respectos. Yo entenderé siempre que si esos pueblos no establecen un gobierno común, la nacionalidad política no existe, y que sin ella, la nacionalidad de raza, como la raza misma, son del todo precarias.
Los norteamericanos lo han comprendido así desde el principio. Lo que ellos llaman su destino manifiesto, que no es sino una desmedida ambición, se funda no tan solo en la alta idea que tienen de sí mismos, sino también en la feliz combinación de sus instituciones políticas. Desde su independencia vislumbraron, acaso por instinto, que un estado republicano pide estrechos límites; pero que la aglomeración indefinida de pequeños estados, puede asegurar para el todo la propia índole republicana, sin impedir la extensión de la nacionalidad hasta donde lo permita la continuidad del territorio.
Nosotros, los hijos de España, sucesores de ella en el inmenso patrimonio que arrancó a la barbarie, pudimos y debimos imitar la conducta de nuestros adversarios, dueños del norte y sucesores del frío bretón. Lo que el cálculo hizo por la Confederación del Norte, el tiempo, la experiencia y el peligro deben hacer por la Confederación del Sur. Parece que la Providencia hubiese creado las dos porciones de este continente para repartirse entre dos grandes pueblos, dos grandes razas y dos grandes civilizaciones, separadas por un istmo estrecho, y destinadas a vivir en paz, cambiando sus ideas, sus virtudes, sus productos y sus adelantos.
Pero no es esa la única misión de las dos grandes confederaciones que han de encerrar todo el porvenir y toda la gloria de dos razas. Tienen otra aún más portentosa, que la ley de la población y la marcha imperturbable de la civilización humana, indican con harta claridad. Ellas ofrecerán a sus hermanas del antiguo mundo, teatro del despojo, del privilegio y la opresión, un vastísimo campo de industria y propiedad, de libertad y progreso.
Tal es la suerte deparada a las dos grandes nacionalidades que se dividirán el Continente. Siga la del Norte desarrollando su civilización, sin atentar a la nuestra. Continúe, si le place, monopolizando el nombre de América hoy común al hemisferio. Nosotros, los hijos del Sur, no le disputaremos una denominación usurpada, que impuso también un usurpador. Preferimos devolver al ilustre genovés la parte de honra y de gloria que se le había arrebatado; nos llamaremos colombianos; y de Panamá al cabo de Hornos seremos una sola familia, con un solo nombre, un gobierno común, y un designio.
Para ello, señores, lo repito, debemos apresurarnos a echar las bases y anudar los vínculos de la gran confederación colombiana. Miembros de varios estados de los que hoy dividen la inmensa península, me hacen el honor de escucharme; y a todos ellos doy mi grito de alarma, para que al separarnos con el abrazo de la amistad, prometamos volver a unirnos pronto, convertidos en ciudadanos de una misma nación, grande y libre, sabia y magnánima, rica y poderosa.

Fragmento de la obra

Encarga una edición crítica a medida

Con Linkgua Ediciones puedes encargar ediciones críticas de nuestros libros clásicos que incluyan tus notas, índices y glosarios. Llena este formulario con tu propuesta. Te responderemos en menos de 24 horas.*

* No hacemos autoedición. Las ediciones críticas por encargo son solo de libros de nuestro catálogo.

Estos son los formatos y dimensiones de nuestros libros:

AltoAncho
Rústica tipográfica148 mm210 mm
Rústica ilustrada149 mm210 mm
Tapa dura152 mm228 mm
Formas de pago

Aceptamos transferencias bancarias

Gastos de envíos gratis

Aceptamos devoluciones durante los primeros 30 días posteriores a su compra

Si tiene cualquier pregunta sobre nuestros libros o el proceso de compra estaremos encantados de ayudarle.

Mailinfo@linkgua-ediciones.com

WhatsApp

Telegram