Fotuto Macana


Fotuto Macana. Miguel de Marcos

Con su cornucópica y abracadabrante prosa barroca, Miguel de Marcos encarna la última expresión del largo y respetable linaje costumbrista cubano, el cual no parece haberse extinguido aún. El motivo de esta lozana pervivencia entre nosotros de un género que ha caducado en otros países merece un estudio aparte, aunque cabe adelantar que ello significa que no hemos pasado todavía por completo del estadio de los apuntes críticos al de la novela. Seducido por el sabor y el deslumbre de las palabras gustosas y extravagantes, Miguel de Marcos vuelca sobre las páginas desérticas cuernos de abundancia, repletos de vocablos que son suculentos y sazonados manjares culinarios franceses y óptimos frutos del huerto antillano. Su obsesión gastronómica, chorreando salsas y rezumando jugos, no le abandona ni en los momentos más solemnes, los cuales, por lo demás, toma a chacota, pintando un cuadro grotesco y pantagruélico de todas las manifestaciones de la vida nacional. Este opíparo Rabelais tropical presenta una vasta galería tipológica criolla, con un rico banquete verbal del que deben abstenerse, empero, puristas y castizos, académicos y clasicistas, so pena de morir de embolia. Este goloso zumbón no reconoce cánones ni medidas. Sus hiperbólicas caricaturas decantan una existencia que es de por sí exageración y desquiciamiento. Una de ellas representa a Fotuto, nacido dos años antes del siglo, vale decir con la independencia.

Marcelo Pogolotti