Enemigo rumor
€8.00 – €18.86
ISBN rústica ilustrada: 9788411267571
ISBN tapa dura: 9788411262392
Enemigo rumor fue publicado por José Lezama Lima en 1941. Es un libro inspirado en los clásicos españoles del Siglo de Oro, los simbolistas franceses y el Surrealismo. Enemigo rumor revela la creencia de Lezama en que la poesía es un acto religioso y metafísico.
Y, entre otros poemas ya legendarios, aquí reunidos cabe citar:
- Ah, que tú escapes
- San Juan de Patmos ante la puerta latina
- Noche insular: jardines invisibles
- Un puente, un gran puente
El mismo título del libro es ya bastante significativo. El propio Lezama explica en una carta a Cintio Vitier:
«Se convierte a sí misma, la poesía, en una sustancia real, y tan devoradora que la encontramos en todas las presencias. Y no es el flotar, no es que la poesía en la luz impresionista, sino la realización de un cuerpo que se constituye en enemigo y desde allí nos mira. Pero cada paso en esa enemistad provoca estela o comunicación inefable.»
En este libro el poema Ah, que tú escapes, se puede considerar como el primer signo de madurez literaria del autor.
El agua es uno de los elementos centrales en Enemigo rumor como lo es también en Muerte de Narciso. Esto, llevado a un plano metafísico, se puede interpretar como un deseo posesivo de conocimiento. Sin embargo, éste es un deseo que nace frustrado, porque la poesía, como el agua, no se deja atrapar, se
«escapa en el instante en el que alcanza su mejor definición».
En Enemigo rumor se manifiestan las preocupaciones religiosas, identitarias y metafísicas de Lezama. Se percibe también cómo su poesía se posiciona en un fascinante punto medio, entre las vanguardias literarias del siglo XX, la Biblia y los autores del Siglo de Oro.
Ah, que tú escapes
Ah, que tú escapes en el instante
Primer poema de Enemigo rumor
en el que ya habías alcanzado tu definición mejor.
Ah, mi amiga, que tú no quieras creer
las preguntas de esa estrella recién cortada,
que va mojando sus puntas en otra estrella enemiga.
Ah, si pudiera ser cierto que a la hora del baño,
cuando en una misma agua discursiva
se bañan el inmóvil paisaje y los animales más finos:
antílopes, serpientes de pasos breves, de pasos evaporados,
parecen entre sueños, sin ansias levantar
los más extensos cabellos y el agua más recordada.
Ah, mi amiga, si en el puro mármol de los adioses
hubieras dejado la estatua que nos podía acompañar,
pues el viento, el viento gracioso,
se extiende como un gato para dejarse definir.