El clavo de Jael
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ISBN rústica: 9788498160802
En El clavo de Jael Antonio Mira de Amescua relata la historia de Débora y Jael, del libro bíblico de los Jueces. Ambas mujeres conspiran contra el poderoso ejército cananeo comandado por Sísara, quien muere a manos de Jael con un clavo enterrado en el cráneo, propiciando la victoria de los israelitas.
Jornada primera
(Salen Jael y Tamar, criada.)
Jael: Ya no puedo caminar.
Tamar: Y a descanso te convida
aquesta fuente.Jael: ¡Ay, Tamar,
que es símbolo de la vida,
un correr y un murmurar!
Ya son sus cristales fríos,
ya furiosos, ya tardíos,
ya por peñas, ya por prados,
hasta que en el mar mezclados
pierden sus nombres los ríos.
¿Qué es la muerte sino el mar
a donde acaban las vidas?Tamar: La tuya debes guardar.
Si tus pesares no olvidas,
tú misma te has de acabar.
Mira ese valle florido,
de sus flores guarnecido.Jael: Si a mí imitándome van,
presto se marchitarán.
Falte el Sol, vendrá su olvido;
que la Fortuna cruel
un mismo fin apresura,
y el mayor tormento en él.Tamar: Quien goza tanta hermosura,
¿por qué se queja, Jael?
¿Qué importa que con rigor,
por pensión de tu valor,
te sea la suerte avara?
Pues, al fin traes en tu cara
el mayorazgo mayor.Jael: ¡Ay, Tamar, nunca creí
que era hermosa, aunque avisada
del cristal o espejo fui,
hasta verme desdichada;
que entonces lo presumí.Tamar: Siéntate.
Jael: Llega a mi lado,
verde sitio, hermoso prado
para aumentar mi tristeza.Tamar: Aumenta más su belleza
de los montes coronado.Jael: ¿Qué tierra [es ésta]?
Tamar: No inquieres;
Fragmento de la obra
que no lo puedo saber;
mas al fin preguntar quieres
por ser del todo mujer,
aunque a todas te prefieres.