El celoso extremeño

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ISBN: 9788499530802 Categoría: Etiquetas: , ,

ISBN rústica: 9788496428317


El celoso extremeño se encuentra, sin duda alguna, entre las Novelas ejemplares de Cervantes, junto con La gitanillaRinconete y Cortadillo.
La novela cuenta la historia de un desigual matrimonio. Carrizales, indiano rico, se es­tablece en Sevilla y se casa con Leonora. Él tiene sesenta y ocho años y ella catorce. Enloquecido por los celos encierra a su mujer en una torre, sin contacto alguno con el mundo exterior. Pero un joven galán, Loaysa, ena­morado de Leonora, consigue burlar el rí­gido aislamiento, valiéndose de su astucia.
Existen dos versiones:

  • una, en el manuscrito de Porras de la Cámar entre 1600 y 1609,
  • y la otra en la colección de Novelas ejemplares publicada por Cervantes en 1613. Esta última es la que hemos elegido para nuestra edición.

Las dos versiones presentan ligeras variantes textuales y un cambio argumental pequeño pero de gran trascendencia. En la versión de Porras la esposa del extremeño sucumbe al adulterio, mientras que en la de 1613, el acto no llega a consumarse.
El celoso extremeño refleja el ambiente de una España cerrada al mundo exterior y carente de la libertad de conciencia. Cervantes aquí denuncia y censura de su época y la esclavitud moral y material en los albores de los tiempos modernos, es decir, en el siglo XVII.

«No ha muchos años que de un lugar de Extremadura salió un hidalgo, nacido de padres nobles, el cual, como un otro Pródigo, por diversas partes de España, Italia y Flandes anduvo gastando así los años como la hacienda; y, al fin de muchas peregrinaciones, muertos ya sus padres y gastado su patrimonio, vino a parar a la gran ciudad de Sevilla, donde halló ocasión muy bastante para acabar de consumir lo poco que le quedaba. Viéndose, pues, tan falto de dineros, y aun no con muchos amigos, se acogió al remedio a que otros muchos perdidos en aquella ciudad se acogen, que es el pasarse a las Indias, refugio y amparo de los desesperados de España, iglesia de los alzados, salvoconduto de los homicidas, pala y cubierta de los jugadores (a quien llaman ciertos los peritos en el arte), añagaza general de mujeres libres, engaño común de muchos y remedio particular de pocos.
En fin, llegado el tiempo en que una flota se partía para Tierrafirme, acomodándose con el almirante della, aderezó su matalotaje y su mortaja de esparto; y, embarcándose en Cádiz, echando la bendición a España, zarpó la flota, y con general alegría dieron las velas al viento, que blando y próspero soplaba, el cual en pocas horas les encubrió la tierra y les descubrió las anchas y espaciosas llanuras del gran padre de las aguas, el mar Océano.»

Fragmento de la obra