Cants d’amor
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En los Cants d’amor de Ausiàs March se suelen establecer cinco ciclos, según una coherencia marcada por la evolución formal y de los planteamientos (en cada ciclo se dirige a una mujer diferente). Una de las pocos elementos comunes con la poesía amorosa trovadoresca es que March dirige también los poemas a una mujer, a la que alude mediante una senhal para no revelar su nombre.
March se sitúa ante mujeres reales, de carne y huesos, y no a idealizaciones elevadas, pero persigue no solo sexo con ello, sino también una experiencia intelectual y espiritual. Ante el eventual fracaso de no encontrar ese amor virtuoso, March se desespera y llega a criticar con crudeza a la mujer.
El primer ciclo de los Cants d’amor se titula Plena de seny (Plena de juicio), que representa el diálogo con una mujer a quien le abre su corazón, pero ve que no es comprendido y se ofusca. Lir entre carts (Lirio entre cardos), el ciclo más extenso, muestra a un poeta decepcionado con el simple amor físico y en búsqueda de un amor contemplativo y más espiritual que se acerque a la perfección de la virtud y del bien. El tercer ciclo es Foll amor (Loco de amor), donde March recrimina a otra mujer no poder tener el tipo de relación que él busca, llegando incluso a maltratarla verbalmente con duras comparaciones y metáforas. Tras su desesperación, su única salida es sumirse en la reflexión y el ascetismo. Mon darrer bé (Mi último bien), vuelve a temas parecidos a los anteriores, y el más importante es el ciclo Amor, amor, en que expresa las contradicciones provocadas por un deseo sexual ilegítimo pero invencible, ante lo cual se siente confuso y avergonzado.