Blanquerna

Blaquerna, también denominado «Llibre d’Evast e d’Aloma e de Blaquerna son fill», es una novela escrita por Ramon Llull que tuvo una influencia considerable en la narrativa de la Edad Media y en los escritores posteriores.
Escrito en Montpellier en 1283, el libro describe con gran vivacidad y de manera realista la vida medieval, en contraste con las novelas de caballería de la época, que tienen una presencia mucho más marcada del elemento fantástico. Siguiendo su vocación religiosa, el protagonista inicia una búsqueda de Dios a través de un viaje vital que, a pesar de él mismo, lo llevará a ser monje, abad, obispo y Papa. Finalmente, se convertirá en ermitaño, para Llull, el estado de máxima perfección espiritual. Es una de las obras que podemos considerar como novelas de Ramon Llull. Llull la escribió con la intención de llegar a todo tipo de público y, por este motivo, disfraza su verdadera intención -dar un modelo de vida cristiana a seguir para matrimonios, viudas, hijos y hombres de religión- bajo la apariencia de una novela de aventuras, con un «héroe»: Blanquerna.
La novela comienza con el matrimonio de Evast y Aloma, quienes, como podemos imaginar, son un modelo de matrimonio cristiano a seguir; tienen un hijo, Blanquerna, que es un hijo ejemplar (otro modelo); este chico, cuando crece, tiene que casarse, al menos esa es la intención de sus padres, y le presentan a una chica, Natana, modelo de virtudes, hija de una mujer viuda (evidentemente, también un modelo para todas las viudas). Sin embargo, Blanquerna les comunica a sus padres que su deseo es dedicar su vida a Dios, convence a Natana de que haga lo mismo y ambos ingresan en un monasterio y en un convento, respectivamente. Blanquerna, gracias a sus méritos, va ascendiendo dentro de la jerarquía eclesiástica y al mismo tiempo va organizando a la perfección todos los estamentos por donde pasa hasta el punto de que lo eligen Santo Padre; llegado a este punto, organiza el mundo cristiano y una vez completada la tarea, se retira de la vida mundana y se hace ermitaño, lo cual le permite una verdadera comunicación espiritual con Dios, que en definitiva era su deseo más íntimo.