Arroz y tartana

23.8136.00

SKU: 9788498971231 Categoría: Etiqueta:

ISBN rústica ilustrada: 9788496290365
ISBN tapa dura: 9788498972900
ISBN rústica tipográfica: 9788498167542


La Valencia industriosa y las fiestas populares, sirven de escenario a Arroz y tartana, de Vicente Blasco Ibáñez, novela que relata la lucha entre el comercio tradicional y el incipiente mercado de la Bolsa.
Manuela es la heredera de una familia de industriales que hicieron riqueza con trabajo laborioso, e inversiones prudentes. De joven se casó por despecho con un dependiente de tienda. Tras enviudar y recibir su voluminosa herencia, se casa con un atractivo calavera con el que malgasta con rapidez su fortuna.
En su ambiente muchos codician ganancias rápidas en la Bolsa. Desean ostentar sus riquezas en público: usar coches caros, llevar ropa francesa, y tener mayordomos, ignorantes de la tragedia que se les avecina.

«A las tres de la tarde entró doña Manuela en la plaza del Mercado, envuelto el airoso busto en un abrigo cuyos faldones casi llegaban al borde de la falda, cuidadosamente enguantada, con el limosnero al puño y velado el rostro por la tenue blonda de la mantilla.
Tras ella, formando una pareja silenciosa, marchaban el cochero y la criada: un mocetón de rostro carrilludo y afeitado que respiraba brutal jocosidad, luciendo con tanta satisfacción como embarazo los pesados borceguíes, el terno azul con vivos rojos y botones dorados y la gorra de hule de ancho plato, y a su lado una muchacha morena y guapota, con peinado de rodete y agujas de perlas, completando este tocado de la huerta su traje mixto, en el que se mezclaban los adornos de la ciudad con los del campo.
El cochero, con una enorme cesta en la mano y una espuerta no menor a la espalda, tenía la expresión resignada y pacienzuda de la bestia que presiente la carga. La muchacha también llevaba una cesta de blanco mimbre, cuyas tapas movíanse al compás de la marcha, haciendo que el interior sonase a hueco; pero no se preocupaba de ella, atenta únicamente a mirar con ceño a los transeúntes demasiado curiosos o a pasear ojeadas hurañas de la señora al cochero o viceversa. Cuando, doblando la esquina, entraron los tres en la plaza del Mercado, doña Manuela se detuvo como desorientada.»

Fragmento de la obra

Edición de referencia: Valencia, Editorial Prometeo, 1919.