Antología de Rufino Blanco Fombona
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Agotado
ISBN CM: 9788498169898
ISBN tapa dura: 9788411266420
En esta Antología de Rufino Blanco Fombona escribe sobre:
- Domingo Faustino Sarmiento,
- González Prada,
- Rubén Darío,
- Leopoldo Lugones,
- Oscar Wilde,
- Gogol,
- Ibsen,
- Dostoievski,
- María Baskirtsev
- y Anatole France entre otros.
Rufino Blanco Fombona (Venezuela, 1874-Argentina, 1944), fue un autor combativo y polemista.
Su impetuosa vida política, la mayor parte de ella en Europa como perseguido y desterrado por el gobierno de Juan Vicente Gómez, dejó una profunda huella en España y Latinoamérica.
Asimismo textos aquí incluidos como «La americanización del mundo», «La América de origen inglés contra la América de origen español» y «El cine yanqui y algunos de nuestros pueblos» muestran el interés de Fombona por los dilemas culturales de su época.
No existe raza menos gregaria que la española. Pocas tienen tanta personalidad. Es individualista en sumo grado. Lo fue siempre. El mismo hecho de acogerse a vivir en comunidades, en conventos, no es para comunizar la vida, sino para individualizarla. A lo sumo se llega, por obediencia, por espíritu de sacrificio, para ser grato a Dios, a confundir la vida propia con la del monasterio o comunidad en cuyo seno se habita; entonces el convento es «mi convento»; la Orden es «mi Orden».
Fragmento de la obra
Hubo un tiempo en que a las órdenes se las llamaba religiones. «Mi religión, nuestra religión», decían, por ejemplo, los dominicos, como si los jesuitas, los benedictinos, pertenecieran a otra fe. En el extranjero decíase otro tanto; pero es muy probable que la expresión se haya formado en España, cuya voz entonces repercutía en el mundo, y el mundo solía devolverla como un eco.
Es muy frecuente que unas a otras comunidades se odien y declaren guerra sin cuartel. También surgen a veces en los conventos de España individualistas, a prueba de reglas. San Pedro de Alcántara estuvo treinta y seis meses en un monasterio sin hablar con nadie, sin mirar siquiera la cara a sus compañeros de reclusión. Luego vivió treinta años en el yermo, de rodillas. Los trapistas, fenómenos de antisociabilidad, que han desaparecido de casi todo el mundo, aún perduran y florecen en algunos rincones de España.