Antonio Parra Callado
Antonio Parra Callado fue un destacado naturalista originario de Tavira, Portugal, nacido el 25 de junio de 1739. No se sabe mucho de su juventud, excepto que se enroló en el ejército español como soldado en el Regimiento de Infantería de Mallorca y que trabajó como marino. En 1763, viajó a Cuba, probablemente con las tropas de Ambrosio Funes de Villalpando, conde de Ricla, que llegaron a La Habana ese año después del Tratado de Versalles. Este tratado marcó el momento en que los ingleses devolvieron La Habana a los españoles a cambio de La Florida.
Llegada a Cuba
Poco después de su llegada, se licenció del ejército y contrajo matrimonio con Catarina Gertrudis Muñoz, con quien tuvo varios hijos. Tras la muerte de su esposa en 1776, se volvió a casar en 1784 con María Blaza del Río, nativa de San Agustín de La Florida, aunque no se sabe que tuvieran hijos juntos.
Desde 1763 hasta 1787, Parra se dedicó a recolectar y disecar especies animales marinas utilizando un método de su invención. Para exhibir sus especímenes, mandó construir bases y muebles de maderas preciosas de Cuba, conformando un gabinete de historia natural en su casa en La Habana Vieja. Allí, además de las muestras disecadas, exhibía animales vivos, entre ellos monos y caimanes.
El Gabinete de Historia Natural de Madrid
Impresionado por su labor, José Clavijo, director del Gabinete de Historia Natural de Madrid, alentó a Parra a continuar su colección y propuso al rey que la comprara. Así, Parra viajó a Madrid en 1788 con algunas muestras y un libro que había publicado en La Habana un año antes. Este libro, la Descripción de diferentes piezas de historia natural, es considerado el primer trabajo científico publicado en Cuba. Fue ilustrado e iluminado por el hijo de Parra, Manuel Antonio, y describe varios representantes de la fauna de la región, incluyendo una de las primeras descripciones de la ciguatera, una toxicosis producida por la ingesta de ciertos peces y moluscos.
A su regreso a Cuba, Parra continuó con su trabajo y envió semillas y plantas cubanas vivas a Madrid entre 1790 y 1792 con la intención de aclimatarlas en los Jardines Botánicos de Madrid y Aranjuez. En 1793, Parra viajó a España con toda su familia y depositó sus colecciones en el Gabinete de Historia Natural de Madrid, que habían sido adquiridas tanto por Carlos III como por su sucesor, Carlos IV.
El legado
Pese a sus contribuciones a la ciencia, Antonio Parra Callado enfrentó dificultades para obtener un puesto de naturalista en Madrid para él y dos de sus hijos, así como un terreno gratuito en La Habana para dedicarse a la agricultura. Ambas peticiones le fueron negadas. Después de esto, no se sabe más acerca de su vida. Sin embargo, su legado perdura en su extenso trabajo en historia natural, que contribuyó significativamente al conocimiento científico de la época.